Neurociencia cognitiva.

Artículo de divulgación sobre neurociencia. Intentamos dar luz y entendimiento en algunos conceptos que hoy en día discurren a nuestro alrededor en un lenguaje afable para el lectores.

Isabel Ceamanos

7/5/20252 min read

Hay una gran perspectiva que inevitablemente se va a encontrar cualquiera que desembarque hoy en el mundo de lo psicológico, por no decir cualquiera que esté al tanto de lo que se cuenta en los medios de comunicación o las redes sociales, puesto que se trata de una perspectiva que junto con la psicología positiva está muy unida a la divulgación. Si bien hace unos meses hablábamos de la psicología positiva, hoy hablamos de la otra corriente, más ligada a la denominada investigación básica, y es la que constituye el vasto ámbito de la neurociencia, que hibridado con la psicología cognitiva ha dado lugar a la neurociencia cognitiva, una tendencia reciente que intenta traducir a términos neurofisiológicos los procesos psicológicos tradicionales (atención, percepción, memoria, etc.) pretendiendo incluso configurar un nuevo paradigma teórico.

Si bien dentro de la neurociencia coexisten puntos de vista muy diferentes, cabría caracterizarla como un intento de explicar la subjetividad a través del cerebro. No todos los planteamientos neurocientíficos son reduccionistas, en el sentido de que no todos suponen que la verdadera o única explicación de la conducta o la mente resida en procesos neurofisiológicos —como si éstos fueran su causa—, pero sí posee una gran fuerza la tendencia a suponer que, en última instancia, es al sistema nervioso a donde hay que mirar si se quiere dar cuenta científicamente de lo psicológico y, por supuesto, modificarlo. Se ha convertido casi en sentido común la idea de que el órgano de la mente es el cerebro y no, por ejemplo, otros órganos como el estómago u otras realidades objetivas que median igualmente en nuestra actividad, en nuestra conducta y comportamiento. Incluso se ha convertido en sentido común la idea de que la flecha de la relación causal entre cerebro y comportamiento es unidireccional y va del primero al segundo (lo que hacemos es consecuencia del funcionamiento neuronal), a pesar de que existen las mismas razones para invertir la dirección.

Y dicho esto y aunque actualmente este «cerebrocentrismo» debe mucho al auge de las técnicas de neuroimagen, que a veces se presenta como un modo de observar por fin la base biológica de lo psicológico, la neurociencia forma parte de una larga tradición. Podemos vincularla, sobre todo, a la tendencia a pensar que la verdadera fundamentación científica de la psicología llegará el día que sus conceptos se traduzcan a conceptos biológicos o, al menos, se encuentre su base biológica. Se trata de una tendencia naturalista —más o menos acusada en según qué autores— ligada a algo tangible—. Según eso, las neuronas o los vasos sanguíneos serían más reales, al parecer, que los pensamientos o las relaciones sociales, y por consiguiente garantizarían una base científica sólida. En realidad, neurociencia no equivale necesariamente a cerebrocentrismo. Dentro de las diversas tendencias neurocientíficas contemporáneas, algunas incluso se hallan cercanas a planteamientos constructivistas o son relativamente fáciles de interpretar desde un punto de vista que subrayan la plasticidad del cerebro y los sistemas involucrados en él y consideran este órgano como algo que media en la producción de la subjetividad, es decir, no exactamente como causa o fundamento último de la misma.

Espero que esta lectura os acerque un poco más a estos conceptos que cada vez están más presentes